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Ejemplo de comentario sobre elementos de cohesión

Gracias a las apuestas deportivas en pocos años la ludopatía en nuestro país ha crecido un 25%. Hay varias explicaciones al fenómeno: la multiplicidad de lugares donde apostar, la relación que existe entre el fútbol y las apuestas, lo fácil que resulta, la inmediatez de los resultados y, sobre todo, la llegada de un nuevo grupo de adictos (los jóvenes, incluidos los menores de edad).


Esto último, especialmente preocupante, es culpa de todos aquellos que hacen la vista gorda a la existencia de jugadores por debajo de la edad legal. Es culpa de quienes, estando obligados a pedir el DNI, no lo piden. Es culpa de quienes envían captadores a las puertas de los institutos para explicar a los menores qué deben hacer para apostar. Es culpa de quienes sabiendo que el amigo -o el hijo- es menor le permiten utilizar su cuenta. Es culpa de quienes miran a otra parte bajo aquel manido pretexto de «mi hijo no es así». Y, por supuesto, es culpa del famoso de turno que se presta a incitar al juego a través de la publicidad. La popularidad no solo otorga dinero, también implica responsabilidad. Si millones de jóvenes de todo el mundo te tienen como modelo, cuídate de lo que dices. O dilo con cuidado. Aunque el cuidado escasea cuando hay tantísimo dinero de por medio: el que permite a las casas de apuestas grabar anuncios que

recuerdan a producciones de Hollywood o contratar a astros del fútbol para que vendan las apuestas como algo épico.


Por todo eso ya se compara a los nuevos jóvenes ludópatas con la generación perdida por culpa de la heroína de los años 80. Otro tipo de adictos, pero adictos al fin y al cabo.



RESUMEN:


A propósito del aumento de la adicción al juego, el autor se centra en los jóvenes como especial grupo de riesgo, y culpa a todos aquellos que con su dejación lo consienten o no lo evitan, sobre todo a los creadores de publicidad, porque entre todos están creando una generación de adictos.


ESTRUCTURA Y PROGRESIÓN TEMÁTICA:


La referencia a la adicción al juego entre los jóvenes abre y cierra el texto, y por tanto lo encuadra. Parte de una tesis que al final no modifica, tan solo desarrolla de forma deductiva uno de sus elementos, el referido a los jóvenes y a los que fomentan su adicción. Así va de lo general (la ludopatía, primer párrafo) al desarrollo (los culpables, segundo párrafo) y una conclusión algo exagerada («generación perdida») porque recurre al maximalismo generalizador para evitar la poporcionalidad.


ELEMENTOS DE COHESIÓN:


Son muy abundantes los elementos de cohesión que garantizan la coherencia de este texto, empezando por la insistencia en el tema que lo suscita: la adicción al juego de los jóvenes, que no solo abre y cierra la estructura sino que salpica el texto entero de sinónimos contextuales y recursos enumerativos, acaso demasiados.


Desde el punto de vista de la cohesión anafórica, encontramos elementos de deixis o señalamiento extratextual. Desde el momento en que el artículo culpa a una serie de figuras sociales, las señala a través de pronombres relativos como «todos aquellos» (l. 7), que a su vez implica una catáfora intratextual, porque después enumera a quién se refiere con otro elemento anafórico, «quienes», varias veces repetido. También funciona este tipo de deixis en expresiones como «te tienen», «lo que dices», «dilo», «el que permite». 

Al ser muy alta la cohesión léxica, los recursos de deixis intratextual no son tan abundantes («Esto último»), aunque hay ejemplos como el siguiente enunciado: 


 

Es culpa de quienes sabiendo que el amigo -o el hijo- es menor le permiten utilizar su cuenta. 


En este caso, los pronombres anafóricos le y su establecen, además, un paralelismo sintáctico, y al mismo tiempo que se refieren a elementos del contexto comunicativo (deixis extratextual), establecen relaciones dentro del enunciado (deixis intratextual). Ese paralelismo sintáctico, a través de las repeticiones anafóricas («Es culpa de quienes…») es uno de los principales recursos que utiliza el autor.

Los casos de elipsis, pocos, se localizan dentro de las enumeraciones, como en «lo fácil que resulta», expresión que se completa con la alusión a la proforma hiperónima «el fenómeno».


La cohesión léxica del texto abusa un tanto de la recurrencia, sobre todo en las enumeraciones anafóricas, con afán intensificador, a partir de la palabra culpa. En ocasiones utiliza la repetición para enlazar oraciones («cuidado. Aunque el cuidado»), o para establecer contrastes («otro tipo de adictos, pero adictos…»), y el políptoton («cuídate de lo que dices. O dilo con cuidado»).

Hay dos conceptos que vertebran el texto: juego y joven. Con respecto a juego, el autor utiliza el campo semántico de las apuestas (tres veces repetida) y del verbo apostar, el de ludopatía y ludópata. Pero también utiliza recurrentemente (otras tres veces) el sinónimo referencial adictos, que une los conceptos de juego y joven y abre y cierra el texto estableciendo un criterio claro: los jóvenes que juegan se enfrentan a la adicción. La palabra adictos también despliega su propio campo semántico con términos como captadores o heroína y está vinculada a otro campo semántico, el del dinero, varias veces repetido.

El concepto joven aparece en recurrencia léxica (tres veces) así como su sinónimo contextual menores (otras tres veces), o el de amigo e hijo y en otros sinónimos referenciales que lo enlazan con el mundo en torno: «jugadores por debajo de la edad legal», «pedir el DNI», «famoso de turno», «algo épico» (desde el momento en que épico está usado en el sentido que los jóvenes le dan). Otro sinómimo referencial por la vía de la identificación metafórica («generación perdida») es también un caso de deixis extratextual porque utiliza una denominación que se aplica a un grupo de escritores norteamericanos de los años 20 (Gertrude Stein, Hemingway) por lo que implica de desorientación, de pérdida de valores, etc., como reacción a la Primera Guerra Mundial. 

Desde el momento en que el discurso se articula a través de enumeraciones, la hiperonimia y la hiponimia establecen la mayor parte de las relaciones léxicas. A partir de proformas como explicaciones, fenómeno, grupo o el elemento anafórico «todos aquellos», el autor desplega una serie de hipónimos que a su vez forman parte de los sinónimos referenciales ya comentados.


Por último, la cohesión textual viene, además, reforzada por algunos recursos. Además de un caso que podría considerarse marcador de función pragmática como es el hecho de que el autor utilice la segunda persona en un tono gnómico que sirve de reformulación o conclusión («Si millones de jóvenes de todo el mundo te tienen como modelo, cuídate de lo que dices»), el texto presenta pocos marcadores de función textual («Aunque»), que tampoco son necesarios debido a su carácter paratáctico y repetitivo. En cuanto a los marcadores textuales, dos de los tres párrafos los utilizan para comenzar actualizando («Esto último») o reformulando («Por todo eso»), o bien para concluir el texto («al fin y al cabo») o una de las enumeraciones («y, por supuesto»). Pero el método de la catáfora o el hiperónimo seguido de una enumeración es el principal recurso de organización textual.









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