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Mostrando entradas de marzo, 2023

Textos para comentar, 3

Ayer, de entre todos los mensajes personales e institucionales que recibí felicitándome por el  Día de la Mujer,  incluidos algunos de los tipos y  tipas  más machistas de mi agenda, hubo uno que me emocionó hasta arruinarme el rímel. “Ánimo, señora, siga peleando”, rezaba. Era de la mujer que me ordena la casa, y la vida, desde hace 20 años, que se emperra en llamarme de usted y señora, a pesar de que se lo tengo prohibidísimo y de que ella, mejor que nadie, conoce mis más íntimas miserias a través de mis trapos sucios y las pastillas de mi mesilla de noche. Me conmovió su recado porque, además de constatar que me tiene calada y me ve floja de remos, me puso en mi sitio. Ella, mucho más que yo, sabe lo que es luchar en la vida. Estudiar lo justo para ponerse a trabajar y ayudar en casa. Salir de su país con lo puesto dejando allí a sus padres enfermos. Llegar a España sin conocer el idioma con una dirección en el bolsillo y deslomarse desde el primer día a quitarle la mugre a otros pa

Ejemplo de comentario sobre elementos de cohesión

Gracias a las apuestas deportivas en pocos años la ludopatía en nuestro país ha crecido un 25%. Hay varias explicaciones al fenómeno: la multiplicidad de lugares donde apostar, la relación que existe entre el fútbol y las apuestas, lo fácil que resulta, la inmediatez de los resultados y, sobre todo, la llegada de un nuevo grupo de adictos (los jóvenes, incluidos los menores de edad). Esto último, especialmente preocupante, es culpa de todos aquellos que hacen la vista gorda a la existencia de jugadores por debajo de la edad legal. Es culpa de quienes, estando obligados a pedir el DNI, no lo piden. Es culpa de quienes envían captadores a las puertas de los institutos para explicar a los menores qué deben hacer para apostar. Es culpa de quienes sabiendo que el amigo -o el hijo- es menor le permiten utilizar su cuenta. Es culpa de quienes miran a otra parte bajo aquel manido pretexto de «mi hijo no es así». Y, por supuesto, es culpa del famoso de turno que se presta a incitar al juego a t