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ARGUMENTOS Y FALACIAS


ARGUMENTOS Y FALACIAS


Los argumentos son razonamientos, es decir, aportación de pruebas, causas, objeciones e inferencias lógicas. 


China ha llegado a controlar el virus, según las últimas informaciones de la OMS, gracias a la alta disciplina social de sus habitantes y la férrea determinación de sus autoridades, lo que hace pensar que es posible detener la expansión incontrolada, siempre y cuando en los países de Europa se llegue a esos mismos niveles de concienciación.


Las falacias son opiniones no razonadas o con razonamientos falsos, improbables o gratuitos.


El virus es una gripe y la gripe también mata todos los años a gente pero no nos enteramos y además cuando llegue el calor ya se irá. Tampoco es para tanto.


Por burdo que os parezca este segundo ejemplo, es lo que, de momento, han decidido las autoridades británicas sobre la epidemia del coronavirus.


Las falacias pueden ser brillantes, pero eso tampoco las convierte en argumentos, y en el corto espacio de un slogan, de una frase, es poco probable que todo esté debidamente razonado. Muchas columnas periodísticas literarias son una falacia detrás de otra, amparadas más en las metáforas sorprendentes que en los juicios sensatos; sin embargo, en tanto que son columnas de opinión, tampoco esperamos de ellas una impecable deducción lógica. 


En todo caso, los textos argumentados, razonados, abundan en cláusulas condicionales, consecutivas, concesivas y finales, con conectores del tipo de modo que, a menos que, siempre que, siempre y cuando, por consiguiente, etc. No se trata de que busquemos premisas mayores ocultas cuando no es necesario, sino que veamos la secuencia razonada, las causas, las consecuencias, los condicionantes, las fuentes documentales, etc.




TIPOS DE ARGUMENTOS


Los argumentos pueden dividirse con arreglo al tono y al contexto.


1. Los argumentos que recurren a lo comúnmente aceptado son propios de textos no muy profundos y bastante demagógicos. Sus argumentos son inmunes a las objeciones. Los argumentos que buscan la emoción más que la lógica, o las que dan por buenas las costumbres, o normas obvias e indiscutibles. 


2. Los argumentos que recurren a pruebas concretas son más adecuados para textos con cierto afán de análisis, y abundan los de existencia (la realidad irrefutable) y experiencia (el propio testimonio verídico).


3. Los argumentos que aportan premisas necesarias son los más exigentes, tanto para el autor, que tiene que elaborar silogismos, inferencias y deducciones, como para el lector, que tiene que seguir la argumentación. En estos suelen ser muy importantes los argumentos a contrario, que plantean de la forma más razonable posible la opinión opuesta a la que se quiere defender para luego ponerle objeciones.



Vamos a ver un ejemplo de argumentación en una columna periodística, con las limitaciones y las licencias propias de una columna. En un texto científico, la argumentación tiene que ser más minuciosa y rigurosa. En una columna, por regla general se dan por supuestas las premisas generales de los silogismos y se recurre más al argumento por analogía.




EJEMPLO DE COMENTARIO



Si las sesiones parlamentarias, como la apertura de legislatura, suelen tener un aire teatral, a veces tirando a lo cómico y otras a lo dramático, sin duda la sesión previa que montaron los cinco coristas del separatismo en el Congreso recordaba irresistiblemente a una función de guiñol. Sólo les faltaba la estaca de cartón para pegarle al lobo malo, que era el Rey, y preguntar a los periodistas: “¿Por dónde se ha ido?”. “¡Por allí, por allí!”, contestarían a coro. Y los Cinco de la fama, el pentotal fatal, aporrearían sucesivamente a la fiera con estéril ahínco, cada uno en una lengua distinta para repetir lo mismo: el Pentecostés de los mastuerzos. Podría haber sido una funcioncilla cutre pero simpática, como suele ser el guiñol para pequeñajos poco exigentes, si no fuese porque tenía lugar en la sede parlamentaria y los cinco acartonados protagonistas representaban a grupos políticos que niegan la soberanía de todos los ciudadanos y de cuyo capricho dependen los Presupuestos y la gobernabilidad de España. Es natural que el PNV se haya dolido de que no le invitaran al festejo gratuito: tenían derecho a su monigote como los demás...

¿Para qué sirve la monarquía? Esta inquietud de los buenos republicanos se responde con los guiñoles del Congreso. La declaración releída en cuatro lenguas se titula No tenemos Rey (je, je) y luego: Democracia, libertad, repúblicas. Los dos primeros términos significan que sobra la ley si no les conviene, ya saben, pero el importante es el tercero: repúblicas, no república. O sea, no la república española de tantos decentes republicanos, sino las republiquetas antiespañolas de quienes con ese mismo estribillo traicionaron e hicieron imposible la II República el siglo pasado. La monarquía sirve para evitar las repúblicas, no la república.





RESUMEN


A propósito de la actitud antimonárquica de los diputados separatistas en la apertura del Congreso, el autor la recrea como una burda farsa. Para él, no son verdaderos republicanos aquellos que prefieren la independencia de diferentes repúblicas, y la monarquía se parece más a la idea una república española que las distintas repúblicas independientes que interpretan a su conveniencia los conceptos de democracia y libertad.


ESTRUCTURA Y PROGRESIÓN TEMÁTICA


Para exponer esta idea, el autor, de manera inductiva, plantea una imagen teatral llena de sarcasmo con la que tilda a los antimonárquicos de guiñoles infantiles, es decir, gente de ideas simples y manipulables. A esa imagen le opone el significado que él considera real de aquellas actitudes, y el peligro de que gobiernen «a capricho» en un país en el que no creen. Y finaliza acusando a los separatistas de ir en contra de aquello que predican, unas «republiquetas» que dan la espalda al primer ideal solidario de «tantos decentes republicanos».


ANÁLISIS DE LOS ARGUMENTOS


El artículo se basa en premisas de argumentos éticos: la buena república frenta a las malas repúblicas, el necesario bien de la mayoría frente a la interpretación «a capricho» de las leyes, y se desarrolla con analogías y silogismos. Incluye un argumento de autoridad (la referencia histórica a la II República) que los mismos separatistas podrían considerar una falacia ad antiquitatem.


Veamos estos argumentos con algo más de detalle.  


El artículo comienza con una comparación que puede verse como un silogismo por analogía: si todas estas sesiones parlamentarias son teatrales, la última sesión parecía el género más ínfimo, el guiñol, de carácter muy  simple («para niños poco exigentes»); entonces, quienes la protagonizaron son gente de actitudes muy simples (y poco exigentes).


En ese mismo ámbito ficticio, si los políticos separatistas parecen muñecos, los periodistas asumen el papel de coro infantil, de niños que atienden entusiasmados a una representación muy burda.


La imagen se cierra con los Cinco de la fama (aquellos que en la última sesión de apertura, y a la hora de jurar sus cargos, mostraron su rechazo a la monarquía y su preferencia por la república) en una escena cómica que el autor califica como «el Pentecostés de los mastuerzos». La expresión es, a su vez, una analogía con el llamado Pentecostés de los paganos, que se refiere al pasaje evangélico de los Hechos de los Apóstoles en el que se cuenta cómo el Espíritu Santo llegó de repente a casa del centurión pagano Cornelio, antes incluso de que hubiesen sido bautizados por Pedro todos los allí presentes, que se pusieron a hablar diferentes lenguas y ensalzar las maravillas de Dios. En este caso, los paganos son los mastuerzos, los estúpidos, que se creen en posesión de la verdad divina (y por eso apalean al rey) y hablan y escuchan lenguas diferentes (las de las dos comunidades autónomas con lengua propia, la vasca y la catalana).


A través de esta primera imagen, la teatral, el autor ha establecido su primer argumento: la actitud de los diputados separatistas del congreso, renegando del sistema que los había hecho diputados y con la connivencia de los periodistas, fue grotesca. 


El autor explica la identidad de los actores, y lo hace en un tono nada irónico y muy contundente: «grupos políticos que niegan la soberanía de todos los ciudadanos y de cuyo capricho dependen los Presupuestos y la gobernabilidad de España». Es decir, los acusa de influir en la causa general que niegan (el país) según convenga a los intereses particulares que exhiben (sus autonomías).

El segundo argumento tiene que ver con el concepto de república. Para el autor, esta farsa de guiñol (como todos los guiñoles, manejados por una mano desde abajo), falsea el concepto de república. 


El argumento vendría a ser el siguiente: 

  1. Quienes mostraron en el Congreso su oposición a la monarquía y su defensa de la república no son «los buenos republicanos» que se cuestionan la monarquía. Y no lo son porque:
    1. Su concepto de democracia y libertad está adaptado a sus conveniencias ideológicas.
    2. No hablan de república sino de «repúblicas».
  2. Pero las «repúblicas» (que el autor llama «republiquetas») son lo contrario a las ideas de «tantos decentes republicanos» que abogaron por una España republicana que los sedicentes republicanos de ahora quisieran dividida, del mismo modo que, según el autor, sucedió en la II República.
  3. En consecuencia, las «repúblicas» son lo contrario a la «república», y esta comparte con la monarquía el hecho de ser un sistema para todo un país. Lo que el autor sugiere es que se puede construir una república manteniendo una monarquía, pero no en manos de repúblicas distintas, como es el afán separatista.


TEXTO ARGUMENTATIVO PARA COMENTAR



Hace medio siglo, en París, yo madrugaba luchando contra la resaca de la noche anterior para ir a misa de ocho en Notre Dame. Quería oír el órgano incomparable, tocado nada menos que por Pierre Cochereau. Bajo las bóvedas augustas, arrullado por la música, medio adormilado, imaginaba que el paraíso debe ser algo así pero ya todo el rato… Por recuerdos semejantes, muchos hemos vertido lágrimas al ver arder la catedral. Ciertos críticos mordaces han señalado la paradoja y el agravio comparativo de tal exhibición de dolor por la destrucción del edificio, un montón enorme de madera y chatarra, mientras quizá media docena de turistas muertos por el desprendimiento de una gárgola solo hubiera suscitado quejas administrativas por el mal mantenimiento del célebre monumento. ¿No debe lamentarse más la destrucción de personas que la de obras de arte?

Son dolores inconmensurables. La pérdida de los seres queridos tiene una importancia sentimental suprema para cada cual, pero la muerte de humanos en general —la constatación de que somos mortales— es un disgusto que soportamos con notable entereza, salvo postureo compasivo o metafísico. En cambio, las grandes obras humanas no están vivas pero tienen que ver con lo que nos hace vivir. Y su destrucción es desoladora para nuestro destino de una manera distinta pero no menos patética que los fallecimientos individuales. Sin duda los fondos públicos deben priorizar la atención a las necesidades físicas de la gente, pero subastar las obras del Prado o alquilar como apartamentos turísticos las catedrales góticas para recaudar fondos destinados a hospitales causaría una enfermedad social mucho más letal que las que curase. Un proverbio árabe recomienda dar al necesitado un pan y una flor: el pan para poder vivir, la flor para querer vivir. ¡Reconstruyamos Notre Dame!







TIPOS DE ARGUMENTOS

 


  1. Argumentos que recurren a lo comúnmente aceptado, lo que no quiere decir que no sean falaces en algún sentido. Son lugares comunes, oponiones irrebatibles, pero quizá por eso menos eficaces.


    • AFECTIVOS. Una madre es siempre una madre. Damos por hecho que todas las madres son protectoras o condescendientes. Negarlos suele ser un tabú. 
    • PROVERBIALES. No le puedes pedir peras al olmo. Subrayamos la incompatibilidad absoluta, la inutilidad o la mezcla de conceptos heterogéneos. Estos argumentos proverbiales son muy contundentes pero pueden aplicarse con la misma fuerza a cualquier falacia.
    • DE SENTIDO COMÚN. En una situación así, lo normal es que salieran corriendo. Aceptamos las debilidades compartidas y exhibimos capacidad de comprensión, apelamos a la mesura y elogiamos las reacciones no impuestas y la iniciativa de la ciudadanía.
    • DE TRADICIÓN. Toda la vida hemos ido al campo este día. El argumento que hay detrás de toda la vida es que, si a lo largo de tantas generaciones se ha considerado que algo era importante, lo más normal es que lo siga siendo, sobre todo si ello nos reafirma de algún modo como miembros de una comunidad. El argumento de tradición suele considerarse un argumento de pureza. Cuando hablamos, por ejemplo, de oficios tradicionales, no incluimos en la necesidad de preservarlos el hecho de que algunos desaparecieron cuando se pudo aliviar su extrema dureza. Por otra parte, el toda la vida exige poco tiempo, el mismo que sus practicantes consideran que algo ya es una tradición, aunque sea desde el año pasado. 
    • DE PROGRESO. Pagamos impuestos del siglo XXI y tenemos servicios del siglo XIX. Como lugar común, admite todo tipo de hipérboles. Y todo tipo de excepciones. En los últimos tiempos, por otra parte, este tipo de argumentos que ensalzan lo avanzado son más discutibles fuera del ámbito científico.


2. Argumentos que recurren a pruebas concretas.


    • DE CANTIDAD. Este producto está teniendo mucha aceptación. Como argumento para justificar un aumento de la producción o para animar a comprarlo, es eficaz, pero el argumento de la mayoría siempre tiene que ser crítico con esa mayoría. No es lo mismo constatar que algo sucede con más asiduidad que dar siempre por bueno lo que la mayoría dice.
    • UTILIDAD: ¿Para qué voy a estudiar más si ya sé que la nota no me va a llegar? El argumento obvia otras razones posibles del estudio, o prima una sola sobre todas ellas. O llama la atención sobre la necesidad de encontrar otras razones. No obstante, este argumento suele ser muy contundente.
    • EXISTENCIA: La realidad es que el paro no termina de bajar. Es el ámbito de los hechos, debidamente seleccionados.
    • IRREFUTABLE/DÉBIL: Lo sé porque lo hice yo / Seguro que pone a Machado. El primer caso no plantea dudas (siempre y cuando sea verdad), pero el segundo se basa en pruebas no del todo consistentes: la preferencia declarada del profesor por Machado, por ejemplo.
    • EJEMPLO. Si los dueños de las grandes empresas tecnológicas llevan a sus hijos a escuelas donde no hay tecnología, por algo será. Es otro tipo de argumento de existencia, que en este caso da por buena una premisa: quienes han creado la revolución tecnológica tienen que ser conscientes de sus peligros cuando se trata de las personas a las que más quieren.
    • DE EXPERIENCIA. Sí, yo también aprobé, pero me quedé sin plaza. En este caso el ejemplo es uno mismo como prueba de que aprobar no implica tener plaza, pero tampoco que sea imposible o azaroso aprobar y conseguir plaza.


3. Aportan premisas necesarias.


    • PERTINENTES: Antes de darles la noticia, piensa en cómo se lo van a tomar. Suelen ser argumentos de sentido común que aportan sensatez y perspicacia, lo primero porque se comprende una situación y lo segundo porque se es capaz de detectar sus inconvenientes.
    • VÁLIDOS: Si no tienes cualificación, no tendrás muchas posibilidades. Recurre al ejemplo de lo que suele suceder, y da por hecho que esa lógica no tiene excepciones en un caso concreto.
    • A CONTRARIO: Todos sabemos lo que habéis sufrido, y que resulta difícil aceptar los hechos. Es el principal argumento en el desarrollo de una opinión. Implica comprender las razones contrarias a las propias, pero conocer aquello que las invalida. En el ejemplo, al argumento a contrario se opone un argumento de existencia (aceptar los hechos). Es fundamental en oratoria y en debate, porque elimina la sensación de que una argumentación es insensible. El comprender al otro aporta la imagen de quien tiene el mismo sentido común para pensar en todo. Al mismo tiempo, desmonta la argumentación contraria encontrándole sus fallos, que en este caso podría ser un argumento afectivo, lo que habéis sufrido. 
    • ÉTICO. Piensa en qué ocurriría si todo el mundo hiciese lo mismo que tú. Llama a la conciencia social y al sentido común como norma. Quizá su falacia consista en que si todo el mundo hiciese lo mismo que tú, entonces lo tomaríamos como normal y no sería censurable. Los argumentos éticos parten de una aceptación previa del argumento de la mayoría. 
    • DE CALIDAD. Aquí lo mejor es la calidad de vida. El prestigio del bienestar es universal. No obstante, los argumentos de calidad suelen aparentar un cierto clasismo: personas de calidad.
    • ESTÉTICO. Todos los establecimientos de turismo deberán respetar la arquitectura tradicional.
    • SILOGISMO. Estudia para que no tengas que depender de nadie. Es decir, suponiendo, como premisa mayor, que la más alta ambición del ser humano es ser independiente.
    • DE AUTORIDAD. ¿No le sirve el dictamen de la OMS sobre los países en riesgo de epidemia? Los argumentos de autoridad van más allá de la simple cita,
    • POR ANALOGÍA. Tampoco le dieron a Borges el premio Nobel. Es decir, si Borges, con ser uno de los más importantes escritores del siglo XX, no consiguió el más alto galardón literario, tampoco es de extrañar que alguien con igual o menor valía sea relegado por los de su tiempo.




TIPOS DE FALACIAS



  1. Falacias por generalización. 


    • CASUALIDADES ANECDÓTICAS. Rompió un espejo y esa misma tarde tuvo un accidente.
    • SINÉCDOQUE: España es un país racista. Si no me creen, visiten El Ejido. 
    • FALACIA DE LA COMPOSICIÓN. Un respeto al Sabadell porque estuvo muchos años en primera.- Los españoles tienen que pedir perdón por los crímenes de Hernán Cortés.
    • EJEMPLO IRRELEVANTE. Los matrimonios en que hay gran diferencia de edad no pueden funcionar, conocemos casos que lo demuestran”.
    • ANALOGÍA. Si usted es aficionado a la tauromaquia, votará a partidos de ultraderecha.


2. Falacias de la relación causa-efecto


    • La energía nuclear produce electricidad. La electricidad es necesaria, luego la energía nuclear es necesaria.
    • Las ayudas del gobierno a los agricultores han producido un aumento de la producción este año.


3. Argumentos falaces


    • AD NUMERUM: Usted está diciendo que este programa de televisión es una estupidez, pues sepa que está llamando estúpidos a seis millones de espectadores.
    • AD POPULUM: Será una obra de arte, pero los vecinos quieren derribarla.
    • AD VERECUNDIAM: Si lo sabré yo, que estudié umanidades*
    • AD MISERICORDIAM: Si no apruebo, se me cierran todas las puertas.
    • AD CRUMENAM: La sanidad privada es mejor porque sus profesionales están mejor pagados.
    • AD LAZARUM: Las medidas que propone solo beneficiarán a los más ricos, cuando son las clases trabajadoras las que realmente lo merecen.
    • AD NOVITATEM: Los avances tecnológicos siempre nos traerán una mejora a la sociedad.
    • AD ANTIQUITATEM: O tempora, o mores!
    • AD BACULUM: Si pacta con ese partido, es señal de que no le importan nuestros votos de investidura. 


4. Falacias por incoherencia


    • NON SEQUITUR: Los hábitos alimentarios son muy diferentes de unas culturas a otras, por lo que podemos afirmar que es imposible implantar un programa de conciencia social a nivel mundial.
    • PENDIENTE RESBALADIZA: Si usted es elegido, el país se habrá fracturado.
    • PEZ ROJO: La tragedia de Chernobyl es la prueba de que el progreso científico es diabólico.
    • “EL HOMBRE DE PAJA”: Navega usted como un barco a la deriva, sin tripulación, que no sabe cómo tapar las grietas. Está usted hundido.
    • TU QUOQUE: ¿Cómo puede usted hablar de corrupción si cuando ustedes gobernaban cada día descubríamos un nuevo caso de corrupción?
    • PETITIO PRINCIPII. Hazme caso, soy tu padre.
    • ANFIBOLOGÍA: La muerte es el fin de la vida, por lo tanto, la vida debe tener como fin la muerte.
    • CIRCULUS IN DEMOSTRANDO: Si una persona es fiel a su pareja, es porque la ama, y si de veras la ama, le es fiel.
    • ARGUMENTUM AD LOGICAM: Pelea si eres hombre.


7) Falacias por ausencia de pruebas.


    • ARGUMENTUM AD IGNORANTIAM: Demuéstrame que el karma es una tontería.
    • NON CAUSA PRO CAUSA: Últimamente bebía mucho.


8) Falacias simplistas.


    • BIFURCACIÓN: Hay que decir sí o no al progreso.
    • AD NAUSEAM: Si quieres, puedes.
    • ARGUMENTUM AD HOMINEM: Dime con quién andas y te diré quién eres.- No creo que una persona de su volumen sea la más indicada para hablar de los hábitos necesarios para llevar una vida sana.- Usted mismo ha sufrido la violencia callejera, por lo que tiene que estar de acuerdo conmigo en que un endurecimiento de penas es necesario.
    • FALACIA DE LA LEY NATURAL: La homosexualidad no es una opción aceptable, ya que el fin que la naturaleza establece para la pareja es la reproducción, y es imposible en el caso de personas del mismo sexo.
    • RAZONAMIENTO SIMPLISTA. La eutanasia es un crimen.

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