A Dafne ya los brazos le
crecían
y en luengos ramos vueltos se
mostraban;
en verdes hojas vi que se
tornaban
los cabellos qu'el oro
escurecían;
de áspera corteza se cubrían 5
los tiernos miembros que aun
bullendo 'staban;
los blancos pies en tierra se
hincaban
y en torcidas raíces se
volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer
hacía 10
este árbol, que con lágrimas
regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada
día
la causa y la razón por que
lloraba!