BLAS
DE OTERO.
HOMBRE
Luchando,
cuerpo a cuerpo, con la muerte,
al
borde del abismo, estoy clamando
a
Dios. Y su silencio, retumbando,
ahoga
mi voz en el vacío inerte.
Oh
Dios. Si he de morir, quiero tenerte
despierto.
Y, noche a noche, no sé cuándo
oirás
mi voz. Oh Dios. Estoy hablando
solo.
Arañando sombras para verte
Alzo
la mano, y tú me la cercenas.
Abro
los ojos: me los sajas vivos.
Sed
tengo, y sal se vuelven tus arenas.
Esto
es ser hombre: horror a manos llenas.
Ser
-y no ser- eternos, fugitivos.
¡Ángel
con grandes alas de cadenas!
Ángel fieramente humano, 1950.
EN
EL PRINCIPIO
Si
he perdido la vida, el tiempo, todo
lo
que tiré, como un anillo, al agua,
si
he perdido la voz en la maleza,
me
queda la palabra.
Si
he sufrido la sed, el hambre, todo
lo
que era mío y resultó ser nada,
si
he segado las sombras en silencio,
me
queda la palabra.
Si
abrí los labios para ver el rostro
puro
y terrible de mi patria,
si
abrí los labios hasta desgarrármelos,
me
queda la palabra.
Pido la paz y la
palabra, 1955.
GABRIEL
CELAYA (1911-1991)
HABLANDO
EN CASTELLANO
Hablando
en castellano,
mordiendo
erre con erre por lo sano,
la
materia verbal, con rabia y rayo,
lo
pone todo en claro.
Y
al nombrar doy a luz de ir mis actos.
Hablando
en castellano,
con
la zeta y la jota en seco zanjo
sonidos
resbalados por lo blando,
zahondo
el espesor de un viejo fango,
cojo
y fijo su flujo. Basta un tajo.
Hablando
en castellano,
el
poblo, puoblo, puablo, que andaba
devariando,
se
dice por fin pueblo, liso y llano
con
su nombre y conciencia bien clavados
para
siempre, y sin más puestos en alto.
(...)
Hablando
en castellano,
las
sílabas cuadradas de perfil recortado,
los
sonidos exactos, los acentos airados
de
nuestras consonantes, como en armas, en alto,
atacan
sin perdones, con un orgullo sano.
Hablando
en castellano,
las
vocales redondas como el agua son pasmos
de
estilo y sencillez. Son lo rústico y sabio.
Son
los cinco peldaños justos y necesarios
y,
de puro elementales, parecen cinco milagros.
Hablando
en castellano,
mal
o bien, pues que soy vasco, lo barajo y des-
[entraño.
recuerdo
cómo Unamuno descubrió su abeceda-
[rio.
y
extrajo del hueso estricto su meollo necesario,
ricamente
sustanciado.
Hablando
en castellano,
yo
sé qué es poesía. Leyendo el Diccionario
reconozco
cómo todo quedó bien dicho y nom-
[brado.
Las
palabras más simples son sabrosas, son algo
sabiamente
sentido y calculado.
Hablando
en castellano,
decir
tinaja, ceniza, carro, pozo, junco, llanto,
es
decir algo tremendo, ya sin adornos, logrado,
es
decir algo sencillo y es mascar como un regalo
frutos
de un largo trabajo.
(...)
Cantos iberos, 1955.