Javier Marías, Rendición incondicional.
1.
INVENTIO
Rendición incondicional
Desde que el Profesor Alexis Grohmann reunió mis artículos
sobre cuestiones de la lengua en el volumen Lección pasada de moda,abandoné la vieja
costumbre de anotar disparates y sandeces [y1] que
oía en televisión o leía en la prensa o –más grave– en libros, tanto escritos
en castellano como vertidos[y2]
de otros idiomas. Pensé que era tarea infinita [y3] y
que además no servía de nada. Me rendí ante la inevitable disgregación del
español, su deterioro
imparable[y4] ,
su cada vez más veloz conversión en un mejunje del que cada cual saca lo que se le
antoja y allá se las compongan los oyentes o lectores[y5] :
éstos, mientras puedan, habrán de hacer sus traducciones del pseudoespañol[y6]
reinante: “Ah”, piensa
uno[y7] ,
“habrá querido decir esto otro”, al oír o leer una frase o expresión que en sí
mismas carecen de sentido. Llegará un día en el que los que aún utilizamos una
lengua no del todo emborronada y falsa, por fin no entenderemos lo que quieren
decir los numerosísimos hablantes de la “pseudo”, y entonces la
comunicación desaparecerá, o se hará conjetural y muy tenue[y8] ;
los equívocos se multiplicarán y andaremos todos a tientas, como intérpretes
con conocimientos rudimentarios de la jerga que escuchamos. No es ajena a
esta situación –lamento decirlo– la Real Academia Española [y9] a
la que pertenezco. Ella no puede ni debe impedir que la gente se exprese como
le venga en gana ni que efectúe, con el uso, cuantas modificaciones decida en
lo que respecta al léxico, e incluso a la gramática y la sintaxis. Pero si, acobardada y
temerosa [y10] de parecer “elitista” o “autoritaria”,
admite incontables barbaridades “porque los hablantes las emplean”, los está
invitando a seguir con ellas y a “inventar” diez mil más al año. Quienes
consultan el Diccionario no se fijan en si hay una marca tras cada vocablo,
menos aún en si indica “vulgar” o “desaconsejable”. Sólo reparan en que el
vocablo o la expresión en cuestión “están en el DRAE”, y por lo tanto
sancionados por él como correctos.
Aunque
he abandonado esa costumbre[y11] , no me resisto a consignar unas pocas locuras [y12] apuntadas antes de mi rendición. Como todos
sabemos, los informativos de TVE son una verdadera escuela de trituración
de la lengua[y13] , no creo que haya otra institución que
haya hecho tanto para destruirla. Y es en ese medio en el que he oído cosas que
provocarían gran risa si no fueran reflejo de ese machacamiento insaciable[y14] . “Hay quien lo verá todo obtuso”, aventuró
un locutor, que quizá pasó de “negro” a “oscuro”, y de ahí, tranquilamente, a
ponernos ante un panorama en verdad de lo más obtuso. Otra locutora sentenció:
“Hace tiempo que ese matrimonio rompe aguas”, con lo cual nos comunicó [y15] –aunque ella no se enterara– que a los dos
cónyuges hacía mucho que se les había roto a la vez la bolsa que envuelve a un
feto, y se les derramaba por la vagina el líquido amniótico. Y una reportera de
este diario (que también ha contribuido lo suyo) escribió: “En el ecuador de
sus 85 años, Elmore Leonard …” Ahora que este novelista ha fallecido, me
pregunto en qué “ecuador” estará, para la avezada reportera. En fin[y16] , otros se tomarán la molestia de seguir
anotando, yo he
izado bandera blanca[y17] .
Pero
hay otra cuestión[y18] . Cada vez es más frecuente que personas
supuestamente cultas, con carrera y con cargos de responsabilidad
–representantes nuestros–, suelten burradas dignas de gañanes, o de los gañanes más patanes[y19] . Tengo anotada esta perla de Inés Alberdi
(10 de marzo de 2012), que entre otras cosas fue –atención[y20] – Directora del Fondo de Naciones Unidas
para la Mujer, esto es, tuvo un cargo internacional:“Los libros antiguos
decían: ‘Dios creó al hombre en siete días’, pero se puede decir ‘la especie
humana’. En la lengua hay posibilidades de hacer un uso menos sexista”. Analicemos
tan breve cita[y21] : 1) Lo que para ella son “los libros
antiguos”, así, a
voleo[y22] , me temo que es exactamente la Biblia, o el
Génesis si se prefiere. 2) Según las lecturas de Alberdi, a Dios le costó un huevo[y23] de tiempo crear al hombre o a la ‘especie
humana’, tanto da: lo mismo que asegura la Biblia que le llevó crear el mundo
entero (“y al séptimo descansó”, ya saben[y24] ). Si creemos a Alberdi, no se entiende
cómo es que salimos tan defectuosos, con lo que hubo de sudar ese Dios torpe.
3) A “los libros antiguos” hay que echarles la bronca, por no haber hecho “un
uso menos sexista” de la lengua, así que –se sobreentiende– conviene que los
alteremos[y25] .
Que
yo sepa[y26] , para ser barrendero, guarda forestal,
bombero o policía, hay que superar unas oposiciones en las que se demuestre un
mínimo de cultura elemental, además de conocimientos relacionados con esos
oficios. No se puede ser analfabeto para ejercerlos, y eso que en principio
ningún miembro de esos cuerpos va a tener que hablar nunca en público, y menos
en las Naciones Unidas. Tampoco va a tomar decisiones (estará siempre a las
órdenes de superiores) ni va a manejar o a repartir dinero de los
contribuyentes. Para
ocupar cargos representativos, en cambio, a nadie se le hace un examen de mera
cultura general, sólo sea para que no nos saque los colores[y27] . La disgregación de la lengua no tiene remedio[y28] , y al fin y al cabo los hablantes hacen
con ella lo que quieren. La ignorancia sí lo tiene, o al menos no conviene[y29] premiar, por sistema, con prebendas,
consejerías, actas de diputado, corresponsalías, alcaldías, ministerios y hasta
Presidencias de Gobierno a los ignorantes supinos[y30] ; como es la norma en España[y31] .
JAVIER MARÍAS
El País Semanal, 22 de septiembre de 2013
2.
DISPOSITIO
1.
Tema y resumen.
2.
Tipo de texto:
a.
Periodístico (El País, tema de actualidad)
b.
Formativo: firmado, uso de 1ª persona, función
expresiva.
c.
Artículo por la extensión, pero columna por el
tono y por la estructura. La falacia de la generalización precipitada.
3.
Estructura:
a.
La estructura encuadrada, la más propia de la
columna. Densidad.
b.
Disposición:
i. El
lenguaje se deteriora imparablemente. Los medios de comunicación no dominan el
idioma. Papel de la RAE.
1.
Tres ejemplos de barbaridades firmadas por
periodistas.
ii. Los
cargos públicos están exentos de mostrar una cierta cultura
1.
Ejemplo: Inés Alberdi. Análisis en 3 partes.
iii. La
disgregación de la lengua no tiene remedio.
c.
Elementos de cohesión que garantizan esta
estructura.
i. Ordenadores
del discurso y recursos anafóricos, propios (“aunque”) de un registro culto.
4.
Análisis estilístico y literario
a.
Uso del registro. El tono del columnista.
i. registro
culto en la sintaxis y en la selección léxica.
ii. registro
coloquial como contraste, con giros y modismos de un castellano casi
desaparecido (a voleo, supino).
b.
La ironía por exageración.
i. epicidad
y casticismo. El tono categórico del final.
ii. el
humor literal: ironía y caracterización (función expresiva).
c.
Estilo
i. el
fraseo hipotáctico
ii. la
adjetivación bimembre.
3.
ELOCUTIO
TEMA Y RESUMEN.
El tema de este texto es el
imparable deterioro del castellano. Su autor, Javier Marías, recreándose, en
tono irónico, en algunos ejemplos particularmente bochornosos, se lamenta de
que en los medios de comunicación se esté abusando del lenguaje (algo en lo que
la Real Academia consiente con su afán generalizador), y de que, entre las
obligaciones y los requisitos de los cargos públicos, no estén los de dominar
el idioma o mostrar un mínimo nivel cultural.
TIPO DE TEXTO Y
ESTRUCTURA
Se trata de un texto
periodístico de formación, concretamente de una columna, por más que su
extensión sea más propia de un artículo. Pero el tono (la ironía constante, la
presencia del autor, la densidad de los argumentos) es el propio de una
columna. No es, desde luego, la columna rápida, telegráfica y crispada que
glosa la actualidad cotidiana; el tema es de este artículo es más general, y la
voluntad de estilo mucho mayor.
La
columna es, por encima de todo, y más en este caso, un acto de lectura. No puede ser demasiado densa (y por eso intercala
abundantes ejemplos, en alguno de los cuales incluso se explaya fingiendo el
análisis académico de una estupidez), tiene que atraer no por la solidez de sus
argumentaciones sino por la brillantez y la ingeniosidad de lo que va contando.
Porque la columna, además, cuenta, y el propio autor se cuida de abordar el
tema como un asunto propio, como una “vieja costumbre”, e interpreta con ironía el papel del hablante
culto que se escandaliza.
Por eso
las estructuras que más convienen al columnista son las deductivas (con un
remate final que cuadra y cierra el texto) o la escritura en paralelo, el vuelo sin motor de toda una escuela de
columnistas españoles, cuyos textos avanzaban sin más orden que la cohesión
estilística y el ingenio. No es en este caso, si bien algunos argumentos surgen
como meros incisos (el papel de la Academia) y la proporción dedicada a unos
ejemplos más o menos significativos puede parecer excesiva, o por lo menos el
espacio que el autor dedica tan solo al lucimiento humorístico, tan necesario
para que la columna respire. En el caso de Marías, el orden,
sin embargo, prevalece. Los ejemplos jugosos se alternan con las sentencias y
las exageraciones, pero se preocupa de dotar al texto de una cohesión propia
del registro culto. Así, por ejemplo, para introducir unos cuantos ejemplos
disparatados, recurre a sí mismo y a “esa costumbre” con que había iniciado el
texto, del mismo modo que más adelante hablará de “otra cuestión”, en un cambio
algo más abrupto (más propio de las estructuras en paralelo) que el anterior,
que tenía el equilibrio de los grandes periodos hipotácticos, propios siempre
del registro culto.
ANÁLISIS ESTILÍSTICO Y LITERARIO
Pero el
escritor culto es aquel que domina todos los registros del lenguaje, el culto,
el coloquial, el estándar y hasta el vulgar, y que además de eso es capaz de
añadir algo, una huella personal, eso que se entiende como estilo propio. Este
texto es un buen ejemplo de ello. La prosa, la sintaxis, la selección léxica,
el tema incluso (su función metalingüística) son propias del registro culto. El
léxico culto es dominante (vertidos,
disgregación, pseudoespañol, conjetural, equívocos, la lítotes ‘no es ajena’,
efectúe, vocablo, etc., etc. ), incluso cierto tono profesoral (analicemos la breve cita) que ya desde
el principio perfuma el texto, desde que el autor, en las dos primeras líneas,
hace mención a su propia obra, editada por un profesor, hasta su discreto reproche a la academia de la que el
autor no duda en declararse miembro. Es lo que se llama función expresiva o
presencia del yo, en este caso del yo culto y un punto narcisista, pero no
exactamente del autor sino de un personaje que, con toques irónicos de registro
gnómico, de cómica epicidad (llegará el
día, trituración de la lengua, machacamiento insaciable, yo he izado bandera
blanca, o el tono categórico que emplea al final, o el mismo título), finge
sentirse abrumado por las tonterías que se oyen por ahí, y que Marías sazona
con léxico de registro coloquial (mejunje,
como le venga en gana, burradas, gañanes, perla, a Dios le costó un huevo,
echarles la bronca). Sin embargo, cuando Marías usa expresiones como allá se las compongan, andaremos todos a
tientas, a voleo, saque los colores, el lector sabe que se trata de un
registro coloquial pero no precisamente de la calle, sino más elaborado y más
antiguo, con una pátina de nobleza idiomática. Es, pues, un registro coloquial
para lectores cultos, y también una forma de connotar al lenguaje con un valor
añadido y no expresado: el gusto, casi la añoranza de un castellano más rico y
más preciso, como era el castellano culto y el popular en la época de la que ha
rescatado algunas expresiones que ya rara vez se escuchan en la charla
informal. Quizá es por eso por lo que finge indignarse y exagera, busca
complicidades de orador (lamento decirlo,
atención, ya saben, eso que llamaríamos función apelativa), y deja, en la
sintaxis elegante, con dobletes casi poéticos (emborronada y falsa, acobardada y temerosa, conjetural y muy tenue),
cargados de un uso metafórico en el que abunda la personificación, tan amiga de
la hipérbole, ese aire de disgusto distanciado, de mundo que se aleja.
Todo
ello, desde luego, con la fluidez y naturalidad que requiere el tipo de texto.
Se le puede objetar que sus argumentos sean poco más que generalizaciones
precipitadas, ejemplos llamativos llevados a categoría de norma (como es norma en España), pero el texto
literario no se expresa solo por aquello de lo que nos informa, que declara o
que insinúa. La idea es un sentimiento compartido, la del empobrecimiento del
lenguaje y nostalgia de un modo de expresarse, y eso hace que brille más el
texto por su ironía que por su rigor argumental. Esta es la connotación, la función
poética de la columna, el hecho de que, a través de la cohesión textual, en
este caso por contraste de registros, añada tantos matices a la simple crítica
del uso descuidado del lenguaje y, como se suele decir en español culto y en
español coloquial, predique con el ejemplo.
[y21]jerga
académica y profesoral. Excursus sobre un ejemplo, con aparato de numeración:
tratar cultamente una burrada.
[y25]inferencias:
la intención no es adaptar el lenguaje a los tiempos sino acallar libros inoportunos.
[y28]retoma
el principio, un tanto abruptamente, seguramente por la necesidad de cerrar el
artículo.
[y30]enumeración
intensiva. Exageración: supino, que a su vez es un giro clásico del castellano
que casi se ha perdido. Habla Marías como los antiguos profesores de castellano
(o los actuales). Cualquiera de su generación ha escuchado, cuando era niño,
aquello de “esa respuesta revela una incultura supina, caballero”. Yo también
lo he oído.
[y31]remate
más solemne y categórico, con un lugar de primacía de la palabra España y en un
tono que nos recuerda la retórica regeneracionista.